Foto del relato: "La mufa", perteneciente al libro "Los participantes. Un reality show no televisado (y otras historias) 2".
Sesión 2016. Teatro El jardín de los ángeles. Actriz: María Florencia Espeche.
Foto: 1941. Post - producción: Carolina Herrera y 1941.
Cuando apenas habían pasado unos minutos de las
dos de la mañana, una amiga de Sofía llegó a la casa. Golpeó la puerta y
esperó. Nadie contestó. La visitante insistió consiguiendo el mismo resultado,
lo que le llamó poderosamente la atención. Abrió su cartera, buscó un juego de
llaves y, tratando de hacer el menor ruido posible, abrió la puerta ella misma.
Ingresó lentamente, la luz del corto pasillo principal estaba encendida. Cerró
la puerta y caminó hasta que el mismo terminaba dando en el costado derecho con
una amplia arcada, cubierta por una cortina doble, al amplio y sofisticado comedor.
Allí, la mujer se detuvo sorprendida. Las luces del comedor también estaban
encendidas. No quedaba nadie, solamente se la veía a la dueña de casa aún
sentada en el amplio sofá, parecía que estaba durmiendo. La mujer retomó su
alentecido paso, y mientras se acercaba, su expresión de sorpresa fue
convirtiéndose en una triste resignación. Se detuvo a un metro de ella donde
sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Sofía estaba con los ojos abiertos.
No tenía ningún tipo de herida. Estaba sentada de una forma muy galante. Sus
zapatos seguían en el piso a un costado de ella, su vestido largo le cubría una
pierna, cuyo pie estaba apoyado más cerca del sofá y le dejaba al descubierto
la otra, cuyo pie estaba apoyado más adelante. La pequeña mesa junto al brazo
del sofá seguía sosteniendo la copa con apenas un poco de vino blanco. Su
cabeza estaba apoyada en el alto respaldo, apenas inclinada hacia un costado
con todo el pelo suelto de un solo lado, permitiendo ver de esa forma lo único
que no se le había visto antes: un collarcito informal, pero no cualquier
collar, sino uno que dejaba caer en el centro un pequeño recuadro con dos
letras chinas. Y viendo más detenidamente, sobresaliendo al mismo, también
podían verse en su cuello dos ligeras marcas de dedos pulgares.
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