Foto del relato: "Incommodae simulationis", perteneciente al libro "Las obras ocultas".
Sesión 2016. Teatro El jardín de los ángeles. Actriz: María Florencia Espeche.
Foto: 1941. Post - producción: Carolina Herrera y 1941.
Ya eran pasadas las nueve de la noche, una joven de
veintiséis años estaba sentada en el sofá de su comedor viendo televisión junto
con su perro. Frente al sofá tenía un pequeño puff, pero ella se hallaba
inclinada apenas de costado y con las piernas flexionadas sobre el sofá. Estaba
solo con una remera y un pantalón capri. No parecía haber encontrado algo en la
televisión, por lo que continuaba haciendo zapping con el control remoto.
Después de un rato, cambió de posición poniendo los pies en el puff. En
determinado momento, desde afuera empezó a escucharse un ladrido de perro. El
perro de la joven enseguida corrió hasta la ventana y empezó a ladrar también.
Sin embargo, segundos después se empezó a escuchar la voz de un joven enojado
que gritaba por encima de los ladridos. La joven puso silencio en el televisor.
Se llegaba a escuchar que decía:
- Perro de mierda,
siempre pasa lo mismo. Es siempre lo mismo. No sé por qué mierda no hacen nada
con los perros callejeros. La puta madre que los re mil parió.
La joven se levantó
del sofá y caminó hasta la ventana. Allí vio que efectivamente un joven le
gritaba a un perro. Éste se llamaba Esteban y tenía veinticinco años. No paraba
de gritarle:
- Tomátela. Tomátela,
dale.
Fue entonces que
empezó a pegarle algunas patadas. La joven volvió al sofá y agarró su celular
de una pequeña mesa ubicada junto al mismo. Volvió a la ventana y empezó a
filmar la situación. Esteban seguía pegándole pero el perro se resistía a irse,
y en un momento le mostró los dientes, por lo que Esteban le gritó:
- ¿Qué me mostrás los
dientes? Perro de mierda. Andate, te dije, la puta que te parió.
Intensificó las patadas y el perro empezó a llorar de dolor; luego de eso, totalmente fuera de sí, lo acorraló continuando de ese modo, el perro intensificó su llanto e intentó irse, pero Esteban, aún cegado por la bronca, lo siguió y le pegó unas patadas más. Finalmente dejó que se fuera. Para entonces, levantó una de sus piernas y trató de ver indignado qué tan grande era el agujero que había quedado en la parte inferior de su pantalón. Luego de eso, retomó su camino para el lado opuesto. La joven cortó la grabación y caminó hasta al lado del sofá, seguida de su perro.
Intensificó las patadas y el perro empezó a llorar de dolor; luego de eso, totalmente fuera de sí, lo acorraló continuando de ese modo, el perro intensificó su llanto e intentó irse, pero Esteban, aún cegado por la bronca, lo siguió y le pegó unas patadas más. Finalmente dejó que se fuera. Para entonces, levantó una de sus piernas y trató de ver indignado qué tan grande era el agujero que había quedado en la parte inferior de su pantalón. Luego de eso, retomó su camino para el lado opuesto. La joven cortó la grabación y caminó hasta al lado del sofá, seguida de su perro.
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